(POLÍTICA YA). – “Dispárales, cariño, solo dispárales fuera del cielo, ¿está bien?”
Eso habría dicho el presidente Donald Trump en marzo pasado a la entonces secretaria de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen ante la ola de migrantes centroamericanos que acudieron a la frontera con México para pedir asilo.

Trump, frustrado ante el tema de la inmigración, había sugerido previamente que al día siguiente se cerrara toda la frontera de 2,000 millas con México.
El recuento de aquella conversación fue publicado este martes por el diario The New York Times en un artículo para el que fueron entrevistados más de una docena de funcionarios del gobierno que estuvieron directamente involucrados con los eventos que tomaron lugar durante esa semana de marzo.
El Times les concedió el anonimato para describir conversaciones delicadas con el presidente y los altos funcionarios del gobierno.
SEMANA FRENÉTICA
Esa fue la semana del 29 de marzo en la que Trump advirtió que cerraría grandes franjas o la totalidad de la frontera sur tan pronto como “la próxima semana” si el gobierno mexicano no detiene “inmediatamente” a todos los inmigrantes indocumentados.
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Según el informe del Times, esa fue una semana frenética en la que Trump tuvo ataques de furias, creando pánico permanente entre el personal y mucha más confusión en la Casa Blanca de lo que se sabía en ese momento.
“¡Me están haciendo ver como un idiota!”, habría gritado Trump, agregando una blasfemia, según como lo describieron al periódico varios funcionarios que estaban en el salón. “Yo hice campaña con esto. Es mi tema”.
Cuando Nielsen intentó que se concentrara en algo más que la frontera, el presidente se impacientó. Durante una sesión informativa sobre la necesidad de una nueva autoridad legal para derribar drones, Trump la cortó a mitad de la frase.
“Kirstjen, no me escuchaste la primera vez, cariño”, dijo Trump, según dos personas familiarizadas con la conversación. “Dispárales, cariño. Solo dispárales fuera del cielo, ¿está bien?”
PURGA

Al final de la semana, el presidente había retirado su amenaza de cerrar la frontera, pero tomó represalias con el inicio de una purga en el Departamento de Seguridad Nacional que empezó con la “renuncia” de Nielsen.
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Trump a menudo había hablado en privado de fortificar un muro fronterizo con una trinchera llena de agua, repleta de serpientes o caimanes, lo que llevó a los asistentes a buscar un cálculo de costos.
El mandatario también expresó su deseo de tener un muro electrificado, con puntas en la parte superior que pudieran perforar la carne humana.
Después de sugerir públicamente que los soldados disparan a los migrantes si arrojaban piedras, el presidente retrocedió cuando su personal le dijo que eso era ilegal.
Más tarde en otra reunión, sugirió que dispararan a los migrantes en las piernas para reducir la velocidad. Eso tampoco está permitido, le dijeron sus asistentes.