(POLÍTICA YA). – Tras los ataques terroristas contra civiles en El Paso, Texas y Dayton Ohio, el presidente Donald Trump afirmó que el auge de la violencia armada en Estados Unidos se debe en gran parte a un problema de salud mental.
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Trump condenó los “dos ataques malvados” que causaron la muerte de 31 personas, y prometió actuar “con resolución urgente”.
El mandatario esbozó una serie de posibles pasos, incluidas las llamadas “leyes de bandera roja” que se centran en identificar mejor a las personas con enfermedades mentales a las que no se les debe permitir comprar armas de fuego.
“Debemos reformar nuestras leyes de salud mental para identificar mejor a las personas con trastornos mentales que pueden cometer actos de violencia, y asegurarnos de que esas personas no solo reciban tratamiento, sino cuando sea necesario, confinamiento involuntario”, expresó.
“La enfermedad mental y el odio aprietan el gatillo. No el arma”, afirmó Trump.
El presidente lanzó un llamado similar para fortalecer las verificaciones de antecedentes después de la masacre en la escuela secundaria Stoneman Douglas de Parkland, Florida del año pasado en la que murieron 17 personas.
Aunque pueda parecer que el solo acto de disparar indiscriminadamente a civiles es evidencia de una enfermedad mental, grupos como la Asociación Americana de Psicología y la Asociación Nacional de Enfermedades Mentales aseguran que no es así.
LA REALIDAD
- Dos tercios de los atacantes en los tiroteos en masa tenían antecedentes de enfermedad mental antes de cometer las masacres, determinó un estudio del Servicio Secreto.
- De acuerdo con la misma investigación, los agresores también sufrían de agravios personales, factores estresantes en sus vidas y fácil acceso a armas de asalto.
- El 52% de los tiroteos en masa de 2018 fueron motivados por agravios personales y de trabajo de los atacantes.
- Personas diagnosticadas con enfermedad mental cometieron menos del 5% de los homicidios con armas de fuego entre 2001 y 2010, según datos de los Institutos Nacionales de Salud.
- Las personas con enfermedades mentales tienen muchas más probabilidades de ser víctimas de delitos violentos que los perpetradores, y enfrentan tasas de agresión física y sexual superiores a la media.
- Una historia de violencia y abuso de sustancias son predictores mucho más precisos de futura violencia, que un diagnóstico de salud mental.