(POLÍTICA YA). – Bajo la expansión del controversial programa “Quédate en México”, el gobierno del presidente Donald Trump empezó a devolver migrantes que buscan asilo en el sur de Texas a una de las ciudades mexicanas más peligrosas.
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El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) anunció que desde el viernes pasado empezaría a implementar sus “Protocolos de Protección al Migrante” (MPP), en Brownsville, Texas, a través de la frontera hacia Matamoros, México.
Los primeros solicitantes de asilo serían enviados de regreso a esa ciudad mexicana a partir del viernes.
Matamoroses la segunda ciudad más grande de Tamaulipas, uno de los cinco estados mexicanos que el propio Departamento de Estado advierte a los viajeros estadounidenses de no visitar debido a la delincuencia generalizada y el riesgo de ser secuestrados.
“Los delitos violentos, como el asesinato, el robo a mano armada, el robo de autos, el secuestro, la extorsión y la agresión sexual, son comunes. La actividad de pandillas, incluidas las armas de fuego y los bloqueos, está muy extendida”, dice el Departamento de Estado en su aviso de viaje de Tamaulipas.
DESAFÍOS DE SEGURIDAD
Martha Bárcena, embajadora de México en Washington, D.C., advirtió justo este jueves que el gobierno mexicano no está preparado para la expansión de la política de “Quédate en México” en Tamaulipas.
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“Reconocemos que hay ciertas áreas de México en las que los desafíos de seguridad son mayores”, dijo Bárcena durante un evento de CQ Roll Call.
“Entonces, es por eso que hemos tenido mucho cuidado de no abrir, por ejemplo, los retornos en Tamaulipas”, agregó
Pero, de hecho, muchos solicitantes de asilo ya se habían visto obligados a esperar en Matamoros debido a una política de “medición” destinada a frenar el flujo de migrantes al hacer que los nombres de los migrantes figuren en una lista y esperar su turno en México para iniciar su solicitud cuando les llegue el turno.
La expansión de la política del Programa de Protocolos de Protección al Migrante a Brownsville también representa la primera implementación de la práctica en el Valle del Río Grande, el sector más fuertemente patrullado a lo largo de la frontera entre EE.UU. y México.