(POLÍTICA YA). – Hasta no hace mucho, nadie podía imaginar la posibilidad de automatización de trabajos de agricultura, como recoger vegetales frescos, que requieren todos los sentidos humanos para ser hechos.
Nadia podía imaginarlo hasta hoy.
En un artículo del diario The New York Times, la compañía Taylor Farms, una de las más grandes productoras de vegetales frescos en el mundo, tuvo que enfrentarse a un gran dilema: la falta de trabajadores inmigrantes frente a las crecientes dificultades para inmigrar a Estados Unidos, y al mismo tiempo el envejecimiento natural de varias generaciones de trabajadores inmigrantes.
Taylor Farms optó por la automatización, y recientemente presentó una flota de robots diseñados para reemplazar a los humanos, una de las últimas respuestas de la industria agrícola a una disminución en el suministro de mano de obra inmigrante.
Las máquinas inteligentes pueden ensamblar de 60 a 80 bolsas de ensaladas por minuto, el doble del rendimiento de un trabajador.
LO IMPENSABLE
No hace ni siquiera un año cuando el renombrado Instituto de Investigación McKinsey nos dejó a todos con la boca abierta.
Según McKinsey, 1/5 (un quinto) de los trabajadores mundiales perderán sus trabajos llegado el año 2030.
Dicho más simple, alrededor de 800 millones de trabajadores serán reemplazados por ‘trabajos automatizados’ en todo el mundo.
Es decir: robots.
Frente a datos tan contundentes como estos, quizás, la buena noticia (o mejor dicho, “la menos peor”) es para aquellos trabajadores que viven en países subdesarrollados.
Según McKinsey, estos países, por definición, tienen menos recursos para invertir en automatización y en consecuencia el impacto de la automatización se verá bastante después del 2030.
Pero, en países como Alemania o EE.UU., McKinsey sostiene que, como mínimo, un tercio de la fuerza de trabajo deberá entrenarse para nuevos tipos de empleos antes del 2030.
LAS MÁS VULNERABLES
La pregunta obvia es que tipo de profesiones son las más vulnerables a la automatización.
El estudio sostiene que trabajos como los de contador, venta de propiedades y trabajos legales son candidatos claros a la automatización.
Mientras que aquellos trabajos que requieren la interacción humana como por ejemplo doctor, abogado y maestro, tienden a estar más protegidos.
Lo mismo aplica a trabajos de jardinería, plomería o de cuidado de personas, que naturalmente requieren de la presencia humana para ser efectuados y por más sofisticada que sea la tecnología, resulta difícil imaginar un robot cortando la enredadera, arreglando los caños bajo tierra en casa o tomándole la fiebre a un niño convaleciente.
Pero como bien sabemos, ya casi nada puede ser predicho con seguridad.
Este artículo fue escrito por Emiliano Saccone